La muerte de un papa desencadena un proceso estricto que finaliza con la elección de un nuevo Pontífice.
Cuando la cabeza de la Iglesia católica muere, comienza un período conocido como “Sede vacante” en el que el gobierno de la institución recae en manos del Colegio de los Cardenales, solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables y para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice.
Este período, según explica la agencia de noticias católica ACI Prensa, está regido por un principio conocido como “nihil innovetur” que significa que no haya innovaciones.
Los Cardenales no tienen potestad o jurisdicción sobre las cuestiones que corresponden al Sumo Pontífice en vida o en el ejercicio de las funciones de su misión; por lo que durante este período lo que pueden hacer es resolver cuestiones ordinarias o que no se puedan aplazar y preparar todo lo necesario para la elección del nuevo pontífice.
¿Cuándo comienza el Cónclave?
Cuando muere un papa, el decano del Sacro Colegio Cardenalicio convoca una reunión de todos los cardenales con derecho a voto, que son aquellos menores de 80 años.
Según las normas que rigen el proceso, este cónclave debe comenzar 15 días después de que queda vacante la sede, aunque el Colegio de Cardenales puede establecer otra fecha que no debe superar los 20 días desde la muerte del pontífice anterior.
Los cardenales tienen que hacer la elección en persona, lo que para muchos que están repartidos por el mundo dirigiendo diócesis o archidiócesis implica viajar a Roma. Una vez que comienza el cónclave no pueden irse hasta que el proceso termine.