El gobierno de Donald Trump quedó en el centro de la polémica tras el envío de cartas de amenaza de deportación a niños inmigrantes. Los documentos, remitidos a nombre de menores de edad, advertían sobre procesos penales y expulsión inmediata del país.
"Es hora de que salgas de Estados Unidos", decía la primera línea de una de las misivas, que concluía con una advertencia tajante: "No intentes permanecer ilegalmente; el Gobierno federal te encontrará".
Los destinatarios de estas comunicaciones habían ingresado legalmente al país bajo programas humanitarios. Sin embargo, la ofensiva del Ejecutivo se suma a un endurecimiento de las políticas migratorias. Según Transactional Records Access Clearinghouse (Universidad de Syracuse), los tribunales ordenaron en abril la deportación de más de 8.300 niños de 11 años o menos, y desde enero la cifra asciende a 53.000 menores.
Un golpe a la protección humanitaria
La mayoría de los niños afectados están en edad escolar: 15.000 tienen menos de cuatro años y otros 20.000 tienen entre cuatro y once años. Las cartas han generado temor y desconcierto entre las familias migrantes.
"Esto es una barbaridad, algo nunca visto", denunció la pastora Julie Contreras, líder del santuario United Giving Hope en Waukegan, Illinois. "Imaginen el impacto emocional en un niño al recibir una carta de este tipo por parte del Gobierno del país más poderoso del mundo", agregó.
Los menores, la mayoría de origen mexicano y que ingresaron solos a EE.UU. en 2014, se reunieron después con familiares indocumentados. Por la forma en que entraron, no pueden ser representados legalmente por sus padres en tribunales, lo que los deja a merced de defensores públicos con recursos limitados.
Preocupación por un cambio de política
Organizaciones humanitarias consideran que estas cartas son una señal de un cambio profundo en la política migratoria, que busca retirar protecciones históricas a los menores y acelerar su deportación, incluso con solicitudes de asilo pendientes.
"Estos niños no son criminales. Son víctimas de violaciones de derechos humanos y están siendo aterrorizados", señaló Contreras.
Ante el temor, tres niños y sus familias buscaron refugio en iglesias santuario y un cuarto menor quedó al cuidado de una congregación por miedo de sus padres a ser arrestados.
Un sistema en retroceso
La ley migratoria estadounidense otorga protección especial a los menores no acompañados, quienes deben ser puestos bajo el cuidado de la Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR) y reciben permisos humanitarios mientras se procesan sus casos.
No obstante, activistas denuncian un "desmantelamiento silencioso" del sistema: cada vez más niños pierden su estatus humanitario y enfrentan procesos sin representación legal. En marzo, la administración Trump recortó fondos para la defensa legal de estos menores, aunque tras una demanda judicial fueron restablecidos de manera temporal.
"Estados Unidos está perdiendo su humanidad; ni siquiera las iglesias son garantía de protección", advirtió Contreras, mientras organizaciones advierten que el impacto psicológico de esta política tendrá consecuencias a largo plazo.